Florencia Bohtlingk
Florencia Bohtlingk
Florencia Böhtlingk nace el 17 de Marzo de 1966 en Buenos Aires, Argentina. Siendo la primera hija de un matrimonio joven y entusiasta, la cual la cría con sanos valores y ante todo cariño en cantidad. A pesar de ser la primera no tardan en llegar varios hermanos. Esto le concede a Flor una niñez llena de emociones y alegría, llevándose a cabo entre la provincia de Santa Fe y la capital, lo cual ayudó a definir su forma de pintura colorida y alegre, así como su amor por la naturaleza que se presentó estridente a temprana edad.
Sus estudios empiezan a forjarse a temprana edad en el respetable colegio Michael Ham. El cual atraviesa de forma avasallante y tempestuosa, con notas de diez y una conducta impecable. Así también comienza a fascinarse con algunos próceres mayores como Monet y Matisse, quienes marcan su mente y alma con una intensidad indeleble generando en ella a una temprana edad, una fuerte relación con la pintura. Termina entonces su ciclo escolar con una fiesta de egresados en el local nocturno Zombie, el cual para la alegría de futuras generaciones hoy permanece cerrado al público (opinión del escritor). Al terminar el secundario, Flor comienza a estudiar ciencias políticas en la Universidad Católica Argentina. A pesar de tener nuevamente un formidable desempeño abandona la formal institución. Dándose cuenta justo a tiempo que nunca lograría saciar su alma atiborrada de ideas y creatividad por intermedio de una carrera de tal índole. Volcando toda su energía a su verdadera pasión; el arte. Así cambia los apuntes de filosofía antigua que ocupan la totalidad de su escritorio por los oleos que guarda con cuidado bajo su cama, comenzando de esta forma ciertamente espontánea una relación amor odio vitalicia. Así Florencia ingresa a la universidad de bellas artes Ernesto de la Cárcova, descubriendo en sus frondosos parques y salones inmensos, lo que había buscado tanto. Insertándose en el seno mismo de la pintura contemporánea argentina, dando luz a una verborrea de inspiración imparable, que se comienza a demostrar al público ansioso en exposiciones grupales, en varias galerías por acá y allá. Los años se dejan pasar en una vida llena de nuevas experiencias en cada momento ya que para un artista no hay nada más sagrado que la mera contemplación de la realidad, y el posterior plasmado al lienzo. Así la pintura de Flor se va transformando como la energía misma, encontrando nuevas paletas, nuevas gamas e inspiraciones, surrealismo, impresionismo. Tantas influencias adoptadas se transforman en un geiser creativo que se vuelca sobre las telas vírgenes.
La obra actual de Florencia deja denotar claramente la experiencia de vida que ha sabido llevar. Su amor por la naturaleza, que ya de chica adjuntó a su persona en las llanuras eternas de la gran pampa argentina, termina por culminarse quizás en las largas estadías que año tras año a concertado en la selva misionera argentina. Así de esta forma nos muestra los colores mismos de la pachamama adquiridos por carne propia en tantos años de simbiosis con la pintura y la paz.
Tacio Martini
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